La mayoría de los polígonos industriales se encuentran emplazados al norte de la ciudad debido en buena medida a que es la mejor orientación hacia otros importantes mercados nacionales, como pudieran ser las ciudades de León, Monterrey y Guadalajara, y hacia Estados Unidos, que constituye históricamente el principal mercado del comercio internacional de México.
En el caso particular de Naucalpan, el polígono industrial se construyó durante la bonanza de la posguerra (1945-1973) y sigue vigente aunque en franco estado de decadencia; sin que eso menoscabe su posicionamiento en el producto interno bruto (PIB) nacional y estatal. Este modelo de desarrollo, se formó principalmente en la década de los cincuenta, cuando el área era aún periferia urbana. Este nodo también experimentó su completa incorporación al tejido urbano más denso, lo que ha implicado un proceso paulatino de sustitución de actividades industriales por comerciales y de servicios. El polígono manufacturero se localiza a un lado de la villa de Naucalpan de Juárez, fundada durante el periodo colonial como sitio minero (explotación de cantera).
La localización de la actividad económica suele ocurrir en zonas periféricas a las ciudades en las cuales se puede acceder a servicios urbanos como agua potable, energía eléctrica y comunicaciones, pero que tienen menores precios del suelo. La actividad manufacturera, especialmente en Naucalpan, y como sucede también en Tlalnepantla y Ecatepec, tiende a emplazarse en la periferia de los poblados suburbanos cercanos a alguna vía de transportación regional importante, con el fin de aprovechar la infraestructura urbana local y la existente en la Ciudad de México.
Actualmente, pese a los graves problemas de saturación vial, la actividad industrial en Naucalpan se mantiene viva gracias a la conectividad que brinda el boulevard Manuel Ávila Camacho y la autopista Chamapa – Lechería, construidas durante la segunda mitad del siglo XX. Esencialmente, el nodo industrial de Naucalpan está formado por seis fraccionamientos o parques industriales, de los cuales, Industrial Naucalpan, Industrial Alce Blanco, Industrial La Perla e Industrial Atoto, forman parte del núcleo principal.
Adicionalmente, Industrial Tlatlico y el parque industrial Naucalpan se emplazan al oeste de los anteriores; este último forma un núcleo secundario en la zona poniente del polígono industrial y se estima que la mayoría de las empresas se establecieron cuando el área ya estaba urbanizada. La industria química es la predominante en esta parte de la urbe. Desde un inicio se reportaba que estos establecimientos estaban mezclados con las zonas habitacionales de carácter popular (barrios obreros) y su ejército laboral de reserva.
En síntesis, en 1960 sólo existían dentro de la trama urbana de la metrópoli los nodos industriales de Azcapotzalco, en el Distrito Federal, y Naucalpan, en el Estado de México. Actualmente la decadencia de los inmuebles domina en todos los parques industriales; la pauperización de las vialidades y la notable precariedad de los servicios públicos enmarcan la estética del paisaje; de acuerdo con los propios trabajadores, la inseguridad campea a sus anchas. ¿Cómo fue posible llegar a ese estado de abandono? Como se ha visto, la ciudad de Naucalpan de Juárez es sólo un ejemplo más de cómo el desarrollo estabilizador de mediados del siglo XX impactó en poblaciones que eran tradicionalmente rurales; la vocación industrial del territorio municipal fue decantada por su posición geográfica, estratégica por el cruce de cuatro caminos reales y la posibilidad de explotar la energía hidráulica producto de las caudalosas corrientes de sus afluentes. Como lo demostró la primera factoría establecida en el siglo XIX e inaugurada por el en ese entonces presidente Benito Juárez en el antiguo pueblo de San José Río Hondo, la Fábrica de Telas del Río Hondo «Fabrics Factory» en 1869.
Miradas a través de estas consideraciones y recuentos, algunas de las grandes ventajas que históricamente se le han atribuido a la industria quizás debieran ser colocadas entre paréntesis o considerarlas antigüedades. Para el caso, la de constituir una fuente indiscutida de empleo calificado, bien remunerado, de ser una garantía de ascenso social y de contribuir en cierto grado a la independencia económica. Claro que esto no brotó de la nada, porque aquello que se afirmaba de la industria sigue siendo cierto.
Por desgracia, es evidente que en los últimos lustros han disminuido la actividad industrial, atribuida una excesiva valoración del suelo, la conflictiva relación vecinal e irregularidades administrativas casi siempre con tufo a corrupción. Es insoslayable la desocupación y consecuente retirada de la industria hacia Municipos que oferten mejores condiciones, comenzando por pasar de un modelo de polígono a corredor industrial.
Entre varias explicaciones, se deduce que faltaron políticas públicas puestas a desarrollar y articular una estructura industrial sólida y sustentable. Otro factor fue no contar con un empresariado más amplio apostando a un proyecto productivo que sea asumido, también, como un proyecto social. Y lo de siempre: la precarización laboral, el amago de la economía informal y la facilidad con que surgen de la nada ingentes escuadrones de vendedores ambulantes sumiendo el territorio municipal en un imparable proceso de fagocitosis que ya compromete incluso la movilidad urbana y la plena invasión del espacio personal en las áreas peatonales.
Naucalpan es uno de los municipios más pujantes del país, a pesar de sus históricos problemas inherentes a una mala planeación urbana. El hecho de ser una ciudad que a diario atraviesan habitantes de otros municipios, en su tránsito hacia la capital del país, hace evidentes sus retos de urbanización y estructura urbana, que junto con una inadecuada utilización de recursos naturales y la pésima costumbre de continuar con políticas públicas reactivas han marcado su historia en las décadas más recientes. El futuro industrial de Naucalpan se transformó rápidamente en un futuro de ciudad dormitorio prestadora de servicios con una nula visión en torno a fortalecer la calidad de vida; el futuro que se anuncia, catastrófico, es la gentrificacion mal planeada de miles de viviendas de “interés social medio”; sin que se haya atendido hasta ahora una solución inteligente a los graves problemas de movilidad, la desertización regional, la pérdida de suelo sustentable y la adecuada gestión de residuos sólidos. Una vez más la responsabilidad de salir a flote parece recaer sobre las espaldas de los ciudadanos naucalpenses.
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